Las elecciones en los Estados Unidos terminaron y parece que el equilibrio de poderes en Washington no ha cambiado de forma radical. Por un lado, vemos a los demócratas que mantienen el control sobre el Senado y la Presidencia obviamente, mientras que los republicanos dominan la Cámara de Representantes.
Con la división en los medios de control vemos que es posible resolver la situación del posible acantilado fiscal que se avecina, siempre y cuando se produzca un acuerdo entre las dos partes.
El principal punto de desacuerdo entre las partes es sobre qué hacer con los recortes fiscales que se pusieron en marcha durante la administración de George Bush hace casi una década. Para la economía de los Estados Unidos, la pregunta es realmente sobre el efecto de estos cambios en lugar de la identidad de los afectados por ellas. En otras palabras, las cuestiones políticas y económicas no son idénticas.
El problema con una potencial subida de impuestos generalizada es que reduce la renta disponible. Un menor ingreso disponible significa menos consumo y menos ahorro. Este último es un componente clave en el PBI de USA, y cualquier cambio en ello puede tener consecuencias graves que afectarán también a otros sectores.
Vamos a retroceder un poco con el fin de explicar el sistema americano de imposición tributaria personal. Cada año, cada ciudadano americano declara sus impuestos con el IRS. Por un lado está la renta y por el otro hay gastos deducibles de impuestos. En el ingreso neto, la persona va a pagar un impuesto basado en su categoría tributaria. Un aumento de los impuestos puede ser el resultado de la tasa marginal aplicable o de la eliminación o reducción de las deducciones admisibles.
Y es precisamente aquí donde los demócratas y republicanos no están de acuerdo. Cada lado citados argumentos económicos e ideológicos que apoyan sus posiciones.
Los republicanos opinan que el aumento de los ingresos fiscales se debe lograr mediante la reducción de las deducciones de impuestos elegibles. Eso se traduciría en una tasa promedio de impuesto más alto, pero ningún cambio en las tasas impositivas marginales. El sentido económico detrás de esta postura es que la reducción de impuestos marginales están asociados con tasas de ahorro más altas y más consumo. También es importante tener en cuenta que los republicanos en general son una especie de anti-impuestos. Los defensores del libre mercado se oponen a mayores tasas de impuestos marginales sobre los individuos de altos ingresos, ya que ven esto como un castigo injusto infligido a los que tuvieron éxito y les fue bien en el mercado abierto y como una desviación del capitalismo.
Los demócratas por su parte, están a favor de un gobierno amplio y tradicionalmente representan a la población de más bajos ingresos y defienden puntos de vista más socialistas.
Su postura es que la primera tarea debería ser reinstaurar la tasa marginal de impuestos para personas de altos ingresos hasta llegar a los niveles pre-Bush, así como eliminar otros beneficios impositivos que benefician principalmente a esa población. La lógica económica aquí es que si la renta disponible de los ricos se ve más afectada que la de la población de menores ingresos, el efecto en la economía será significativamente menor. El razonamiento es que, para el estadounidense promedio, un aumento del 1% en la tasa de impuestos tiene un efecto inmediato en sus decisiones de compra, mientras que para la minoría que más gana el mismo punto porcentual tendrá un efecto menor.