El desarrollo de la guerra en Ucrania tiene un efecto global en la economía mundial. Esto es innegable y lo podemos ver en aspectos como el desabastecimiento de algunos productos en relación a la materia prima de ambos países (Rusia y Ucrania), y las situaciones derivadas de los mercados con altas subidas en segmentos tan importantes como la energía, combustibles, etc.
En este contexto, y dependiendo de los países, las opciones son diferentes ya que encontramos desde aquellos países que apuestan de manera más directa por políticas de restricción en relación a la aplicación de impuestos, mientras que otros países, por el contrario, aprovechan para abrir aún más el rango de aplicación de impuestos. ¿Qué es mejor? Realmente es difícil saberlo.
¿Subir o bajar impuestos?
En general la subida de impuestos se asocia de manera bastante clara con la búsqueda de compensar el exceso de coste que está derivando de la situación bélica y los movimientos de mercado al respecto.
Por ejemplo, en países donde la aplicación directa de impuestos sobre el combustible (como España) supone una buena cantidad del precio del mismo, el reajuste a la baja de la aplicación de este impuesto suele redundar a la vez en la aplicación de otro tipo de impuestos (usualmente indirectos) que compensen la falta de entrada de dinero a las arcas públicas que se pierde al reajustar el impuesto del combustible.
En el otro extremo, aquellos países en los que se aplica un modelo más liberal a la hora de entender la aportación del ciudadano a través de los impuestos al Estado, se tiende a pensar que es más necesario fomentar el consumo y la inversión a través de la facilidad que puede proporcionar la reducción de los impuestos: generalmente esto viene acompañado de otras herramientas como pueden ser las rebajas en los tipos de interés, aunque, en este caso no hemos visto estos movimientos por parte de los bancos centrales.
¿Qué podemos esperar en los próximos meses?
Realmente no sabemos lo que podemos esperar en los próximos meses. En buena medida todo va a depender de la propia situación bélica. Si al final la guerra culmina en un acuerdo (por complejo que sea), el cierre de hostilidades puede también traer consigo una relajación en las sanciones a Rusia y, aunque de manera más lenta, la recuperación de las exportaciones de materias primas por parte de Ucrania (y por supuesto de Rusia).
Por otro lado, alejar el fantasma de un conflicto global sin duda también alentaría a los mercados que, respira harían tranquilos y que, a la vez, probablemente empujarían una cierta reactivación económica generalizada. Al menos esto es lo que los analistas predicen en caso de una solución relativamente rápida al conflicto. En este contexto cabe esperar que las modificaciones sobre los impuestos por parte de los gobiernos no sean excesivamente radicales ninguna dirección ni en otra.
Otra cuestión muy diferente será si la guerra se enquista. En este contexto será necesario con toda probabilidad que los países acaben realizando un reajuste de sus políticas impositivas.