La crisis de los contenedores y el desabastecimiento, junto a un proceso de reactivación post pandemia más lento y con más obstáculos de lo esperado, hacen que, para muchos analistas, estemos más cerca que nunca en los últimos años de la estanflación. Pero, qué es y por qué se le tiene tanto miedo.
Evidentemente, como su propio nombre indica, estamos ante un término que se relaciona con la evolución de los precios. Pero, en este caso va más allá ya que tiene otras implicaciones relacionadas tanto con el mercado laboral como con las medidas de estímulo económico.
Por qué en EEUU se teme tanto a la estanflación
La palabra podría definirse como una contracción de dos conceptos, estancamiento e inflación. Se trata de la sombra de un fantasma que planea sobre la economía estadounidense (y global) y que para muchos analistas es, probablemente, en peor de los escenarios posibles.
En el caso de Estados Unidos, este miedo tiene la lógica de haber pasado por una experiencia de estanflación que puede considerarse como uno de los peores periodos económicos del país en los años 70 del siglo pasado.
De aquella crisis, en la que las medidas de estímulo chocaban de plano con un entorno de subida de precios en pleno estancamiento de creación de empleo, surgieron enormes movimientos económicos como la reorganización del sector automovilístico e industrial. Movimientos euros que aún se recuerdan con temor.
Hay que pensar que no estamos en cualquier caso ante un fenómeno que sólo pueda afectar Estados Unidos. La mayoría de bancos centrales ya ha mostrado, de una manera u otra, en los últimos meses su preocupación por esta combinación de aumento de la inflación, menor aumento de la tasa de empleo de lo esperado y, ahora, desabastecimiento.
Qué es la estanflación
Se trata de un escenario en el que la inflación crece a la vez que se mantiene unas tasas de desempleo elevada. Y cuando las medidas de estímulo para la creación de empleo chocar con las medidas de presión para rebajar la inflación.
Cuando lo anterior, además, se produce en un entorno complejo, tras la salida de una pandemia, y con una tendencia al desabastecimiento motivada por la crisis de dos contenedores, parece que los ingredientes de la tormenta perfecta están servicios.
Y es que, generalmente, se va a definir como un proceso de recesión en el que la bajada del producto interior bruto durante al menos dos trimestres si se combina con una inflación elevada, ya sería una pista que nos pondría en camino de la estanflación.
Si tomamos los datos del producto interior bruto de Estados Unidos vemos que el tercer trimestre de 2021 efectivamente crecería, pero crecería un 0,5% respecto al segundo trimestre y, respecto al mismo periodo de tiempo de 2020 retrocedería 11 décimas, ya que en aquel momento el crecimiento fue del 1,6%.
Mientras, la variación del aumento de los precios sigue ascendiendo los datos del mes de septiembre ya nos indicaban crecimiento de hasta 5,4%, lo que supondría un 0,1% más que en agosto, un pequeño respiro, pero no lo suficiente para retirar el miedo en la percepción de la situación.